lunes, 23 de julio de 2012

Día 17: Y Pocoyó mandó a su ejército de Zarigüellas a bombardear cementerios de Zumos


¡Hola interraileros desesperados!
Os habla Bety desde el húmedo Berlín. Hoy ha sido nuestro primer día en condiciones en la ciudad y ¿a que no sabéis qué? Pues sí, ha llovido a cántaros y no hemos podido hacer ni la mitad de lo que yo tenía pensado hacer.
Nos despertamos tras pasar casi toda una noche en vela. Por un lado, los chicos y Eri tuvieron que compartir habitación con unos tipos muy grandes que no dejaron de hacer ruido. Por el otro, Dámaris y yo aguantamos una noche con unas francesas que se montaron una fiesta en nuestra habitación con sus amigos. Nos invitaron y todo a alcohol. Tranquilos papás y mamás, que no bebimos y además tampoco era muy fuerte. Se emborracharon después de beber una hora una botella de vino rosado. Todos locos.
A lo que iba, tras esa noche movidita desayunamos (las chicas comimos leche con rebanadas untadas de una imitación de nutella, los chicos leche con galletas de chocolate) y los chicos nos pidieron que si se podían venir a nuestra habitación porque sus compañeros de habitación daban miedo. No sabemos su nacionalidad pero parecían vikingos sacados del Ragnarok.
Trajeron sus cosas a la habitación y salimos a la calle para vernos Berlín pasado por agua. Lo primero que vimos fueron los restos del muro que decidimos seguir.  Aunque las oficinas de turismo dejan bastante que desear, Berlín tiene muchos carteles en los puntos clave que te van informando de su historia. Así pudimos reconocer muchas cosas que no salen en el mapa marcadas.
¡Ay! Se me olvidaba. Lo más destacado de este día es que hemos decidido hablar en código. Como no podíamos evitar hacer muchos comentarios sobre nazis y judíos y para que la gente no nos viera mal decidimos cambiar las palabras para que no fueran tan agresivas.  A saber: Hitler es Pocoyó; los nazis son zarigüeyas;  los judíos, zumos; los comunistas, papagayos; y los americanos, aguiluchos. Como ya sabéis el código, entenderéis el título de hoy.
Como iba diciendo, bajamos por el muro de Berlin, leyendo los carteles, y viendo todos los problemas que tuvo la gente para poder atravesar el muro y cómo mucha gente se vio sorprendida con la división en diferentes partes de la ciudad.
En un momento dado, nos apartamos del muro, que en esa parte me desilusionó bastante ya que yo lo imaginaba lleno de pintadas y símbolos que marcaran libertad y nos encontramos con una pared gris y triste que en muchos puntos sólo eran postes marrones. Más tarde, me he enterado que la zona donde está eso que yo imaginaba por el muro estaba en otro lado.
Separados del muro, fuimos hacia el Reichstag que  (ya que ninguno de mis amigos sabía qué era) es el parlamento de Alemania. Había mucha cola, y subir a la cúpula sólo se puede hacer con reservación por lo que pasamos de verlo, nos hicimos la típica foto y seguimos nuestro camino hacia la Puerta de Brandemburgo.  De camino a allí, vimos un monumento a los caídos soviéticos en la toma de Berlín del 45.
La Puerta de Brandemburgo era enooorme y estaba hasta arriba de gente. En mi opinión está muy bien situada, pues se encuentra en una enorme avenida que mirando hacia un lado ves la estatua de la victoria y mirando hacia el otro el barrio antiguo de Berlín. Allí nos encontramos más carteles. En mi inocencia pura, pensaba que la Puerta de Brandemburgo fue consruida en el siglo XX durante el gobierno de Pocoyó (ya que quería reestructurar Berlín y todo eso) pero ¡no! La puerta data del siglo XVIII y fue varias veces reconstruida. Incluso la figura central, la más llamativa y conocida no es la original, ya que durante la II Guerra Mundial quedó totalmente destruida y hubo que volverla a hacer.
Llegados a allí decidimos parar a comer. Yo quería ver muchas cosas y por tanto llevaba todo el día cargando con una lata de salchichas y pan para comer en un momento y seguir nuestro camino sin perder tiempo. Pero ese no era el plan de los chicos que querían comer de restaurante por lo que, mientras nosotras bajo un techo medio decente nos dispusimos a comer nuestro bote de salchichas alemanas que estaban riquísimas, los chicos se dispusieron a buscar un sitio baratito donde comer cosa que, estando en el centro turístico de la ciudad, era un poco difícil. Por suerte, consiguieron encontrar un italiano cuyos precios eran decentes.

A eso de las cuatro y media nos volvimos a juntar y seguimos nuestro camino en dirección a la estatua de la victoria. En vez de ir por la calle principal, que es por donde pasa todo el mundo, fuimos por una calle paralela que atraviesa el parque famoso de Berlín (o no tan famoso) el Tiergarten.  Llegamos a la estatua de la victoria y descansamos un rato allí. La estatua también era más antigua de lo que me esperaba, se construyó en conmemoración de la victoria de Prusia frente a varios países y su unificación. Milagrosamente, durante II Guerra Mundial no sufrió daños graves y pudimos observar las marcas de las balas y las bombas que cayeron alrededor.
Un poco más descansados, tomamos el camino de vuelta a la Puerta de Brandemburgo para ver el Monumento al Holocausto. Al contrario que con el muro de Berlín, este sí me impresionó. A través de las fotos no me decía nada, me parecía sencillo, carente de emoción. Pero una vez dentro, entre sus enormes y diferentes bloques de piedras todo cambia.  Es un gran laberinto de piedras que poco a poco te hace perder la noción de donde estás.  Y el extraño contorno del suelo te hace ver que cada una de las piedras es totalmente diferente a las otras aunque de fuera parezcan todas iguales.
Tras un largo rato perdidos entre la magnitud de ese monumento, que aunque no es muy grande lo parece, conseguimos entrar en el museo del monumento situado debajo de él en el que cuenta todo el horror que sufrieron los contrarios al régimen zarigüeya durante la II Guerra Mundial. El museo es realmente impactante, y leer los testimonios de la gente que sobrevivió me conmocionó mucho. Realmente las barbaridades a las que llega el ser humano son incomprensibles para mi capacidad de raciocinio.
Salimos del monumento cuando ya cerraban, eran las ocho de la tarde. Como los chicos (y aquí hablo en general) estaban cansados debido a la mala noche que pasamos, decidimos volver al hostel (aunque yo quería ver el Checkpoint-Charlie), cenar y dormir.
Antes de ir al hostel, cenamos en el kebab donde habíamos cenado el día anterior. Aquí aprovechamos para comer un poco de carne decente. ¡Comimos pollo asado! ¡Ñam!
Tras cenar, volvimos al hostel pensando en cómo pedirles a nuestras compañeras de cuarto que dejasen a Eri, Vik, Javi y Mariano dormir cuando nos encontramos que ellas habían invitado a los suyos. De golpe y porrazo nos vimos con que nuestras nuevas compañeras, que eran españolas, habían invitado a 4 vascos a dormir en la misma habitación.  De esta manera, estábamos 12 españoles, 2 finlandesas y una australiana en una habitación de 10 camas. Por suerte, de los nuestros sólo Mariano tuvo que dormir en el suelo. Aún así, también fue una noche movidita porque los vascos, que estaban grabando un documental del Interrail, también se montaron una fiestita durante la noche que, al parecer, fue muy mala y ruidosa. O al menos eso dicen mis compañeros de viaje, yo realmente ni me enteré de que estaban.
Y hasta aquí fue nuestro primer día decente en Berlín. Todo pasado por agua (Benditos chubasqueros) y fiesta.
Seguiremos informando.
Bety
LECCIONES DEL DÍA:
#1- En Alemania llueve. SIEMPRE. Aunque brille el sol.
#2- La próxima vez que no tengamos albergue, hay que acoplarse a un pequeño grupo de españoles que sí tengan y dormir en el suelo by the face. Se puede.
#3- Los vikingos siguen existiendo. Han cambiado los cuernos por los tatuajes.
#4- Si ves el mínimo indicio de que tus compañeros son vikingos y no están en la habitación. Bloquea la puerta y no les dejes pasar.
#5- Con lluvia vas a ir más lento. No planees mucho para esos días porque te quedarás a medias.

Día 16: +¿Sois un grupo? - Sí + ¡PLASH!

Hola interraileros. Y sí, es adecuado que yo (Mariano) diga eso porque esta es mi tercera reseña y la tercera que me toca en dia de viaje, asi que si alguien debe llamarnos interraileros ¡SOY YO! Muahahahaha, no, en serio; hola.

Venía a contaros como salimos de praga. Nos despertamos una bonita mañana de un martes tal que 17 de julio, nos despertamos temprano porque e el check out del albergue se debia hacer antes de las 10:00 y había que despertarse, recoger, ducharse y no perder mucho los nervios por el camino. Así que hicimos el check out a su debido tiempo y nos largamos en dos grupitos.

Los chicos nos fuimos un poco por la ciudad simplemente porque aun había algún souvenir que comprar y tal, así que pateamos un poco la ciudad en nuestra última mañana para comprar un par de chorradas e irnos a la estación, mientras tanto las chicas estuvieron también haciendo un poco de shopping por praga, todo con glamour.

Irónicamente, llegamos a la estación a una hora similar, a eso de las 11:30 pero ya no nos vimos hasta que saliera el tren, los chicos nos fuimos a un andén cualquiera y las chicas en la información, todos creyendo que los otros no estaban allí. Al final el tren salía con un retraso de 5 min y bueno, emprendimos nuestra marcha.

Nos metimos en un vagón con 2 asientos reservados (2 de 6) donde 2 señoras mayores (o arpías tocapelotas, como vuesas mercedes prefieran) nos echaron alegando que estaba reservado (o algo asi supusimos, pues hablaban en alemán y no pudimos comunicarnos con ellas) claro que cabe destacar que la reserva era de 2 asientos y no de los 6, pero bueno; da igual. Tras las malas formas del dúo no dinámico (por los achaques de la edad) decidimos apiñarnos en un camerino de seis que tenia un asiento reservado pero cuyo ocupante no entraría hasta después de la mitad del camino. Así pues viajabamos por los paisajes europeos en un viaje Praga - Berlín de unas 5 horas bastante chulo. Entre coñas, semi siestas comida y tal se hizo muy corto. Quiero destacar a los personajes que hoy le aportan título a esta reseña: los revisores, con aplastante eficiencia alemana, entraban y preguntaban sin mediar más palabras de las necesarias. Buen ejemplo son las palabras del primero: pasajes... Espera ¿Sois un grupo? +si, respondimos los aludidos, seguidamente un sonoro portazo como gesto de despedida. Luego otra revisora hizo exactamente lo mismo. Lo dicho: eficiencia germana.

 Cuando llego el dueño de la reserva uno de nosotros se ofreció muy amablemente y de manera altruista (¡ja! Algo pediría a cambio despues fijo) a dejar el camerino, pero el dueño legítimo del asiento dijo que no importaba y se busco otro sitio junto al club de la juventud de comienzos de esta reseña. Muy majo él.

Con 15 minutos de adelanto llegamos a Berlín, donde no nos esperábamos la pronta llegada y tuvimos que salir del tren a matacaballo. Bueno, a matacualquiercosa, porque si se nos cruza algo en el camino en ese momento habría acabado en la vía. Ya fuera en la estación nos tomanos unos minutos para calzarnos debidamente y organizarnos ¡Comienza la aventura berlinense!

Así que nada, antes de nada nos hacemos con un mapa de la ciudad por el módico precio de 1 euro y todo el grupo a caminar por Berlín en busca de nuestro hostel y ¿Cuál es nuestra primera impresión de esta ciudad? Fea. Cierto que Praga deja el Liston muy alto, pero en Berlín aparentemente no hay ni una sola figura llamativa. Son todo edificios normales y la ciudad es muy gris, ademas de llover todo el rato, si esta opinión cambia o no más adelante en nuestro viaje es menester de reseñas futuras, ya que nos limitamos a buscar el hostel en un primer momento.

De camino, eso sí; nos encontramos diversas alusiones a la época del holocausto y de la época comunista, por ejemplo, hay una estatua  en la puerta de un edificio que representa una famosa fotografía de un soldado americano saltando una alambrada de pinchos y por supuesto una serie de barrotes representando lo que un día fuera el muro de Berlín. Llama la atención, eso sí; que al lado del muro tengan columnas con discursos hablados que te explican la historia del muro en diversos idiomas, castellano incluido. Y que las calles también se llaman algo strasse, como en austria, en mi ultima reseña.

Total, que tras pararnos unos pocos minutos en el muro viendo y trasteando seguimos andando y nos encontramos un restaurante turco con unos precios muy asequibles, donde ademas sirven el wurst, una salchicha al curry con kartofens (patatas) que se supone el plato típico de Berlín. Así que pasamos a llenar el estómago porque ya comenzaba a ser una hora de merienda cena. Algunos cogieron el wurst, otros hamburguesas, otros un pollo entero. Comemos mucho, que queréis que os diga.

En este contexto de florituras y comida basura determinamos que durante nuestra estancia en alemania comentariamos muchas veces sobre el holocausto y sus protagonistas, cosa que no es buena porque los alemanes son muy recelosos con respecto a esa parte de su historia. Asi que para no llamar la atencion nos inventamos un codigo de nombres y correspondencias para poder hablar con seguridad, como escritor de esta reseña hago a ello, para que podais entenderlo si aparece en posteriores actualizaciones.

Cuando hablemos de Zarigüellas, en realidad nos referimos a NAZIS
Si decimos Zumos, hablamos de JUDÍOS
Cuando digamos Pocoyó, hablamos de la zariguella jefe, HITLER
Yyyyyyyyyy casas felices son los campos de concentración (el nombre se debe a las fiestas que se montaban allí)

Terminamos de cenar y nos fuimos a aprovisionarnos a un supermercado colindante con nombre Kaiser ¡Que bonito!

Total, que entramos y nos llaman muchas cosas la atención:

Los alemanes son animales de proporciones 50x50xinfinito (alto, ancho, profundo) y construyen los supermercados en semejantes proporciones. El local es enorme con espacios tremendos entre los estantes (no apelotonados como en España) y con estantes que bien podrian albergar a una manada de elefantes para cada producto, hay como 1500 millones de botellas de vino, de cocacola, de cervezas... Y eso en el piso de arriba, lo menos importante (comidas y elementos de primera necesidad estan abajo). Tambien mola que los pales de productos del supermercado estan subidos sobre bloques de alfalfa (si, literalmente). Al final bajas por unas sinuosas (rectas si lo dices en alemania) escaleras mecanicas para por fin alcanzar el piso de abajo.

Aqui hay apoteosis alemana!!!!! Logica aplastante colocando las meercancias, se pueden encontrar las cosas de la siguiente manera: ropa interior al lado de los juguetes de perro. Y cuando digo al lado no digo 2 lados de un pasillo, hablo de en el mismo estante.

*situacion decidiendo leche, obviamente en el stand de los sacteos (o eso pensabamos nosotros)*

-recalco que estabamos entre lacteos-
+huele a pienso de cobaya.
*es que hay pienso de cobaya!!

Efectivamente, al lado de la leche hay alfalfa para animales, como decia todo muy logico. Y si miras a tu derecha encuentras caviar en lata. Por cierto, esa es otra: cosas en lata POR DIOS HAY DE TODO! Sí, sí; de todo: pizza preparada en lata, macarrones en lata, pescado en lata (pero no una conserva, cuando digo pescado hablo de un pez metido en un bote)... Guisantes en lata en pequeñas cantidades (botes de 2 kg) y sobretodo salchicas.

Salchicas, salchichas, salchichas, salchichas... De todos los sabores, colores y tamaños, un stand de los que antes usaban para vino ahora con salchichas. Podria recubrir madrid con las salchichas de un solo supermercado, increible.

Carmen Machi nos persigue tambien, hay activia en lata, en yogur, en yogur para beber, a modo de actimel. Les falta en barritas.

Total que acojonados por las dimensiones y logica logistica (bonito palabro) del supermercado, salimos al hostel.

Las reseñas eran malas asií que nos esperabamos algo horrible. Pero ¡No! A primera vista no esta tan mal, una bonita recepción con internet!

INOCENTES BASTARDOS!!!! Esto es una casa feliz. Entramos a la habitación y parece que hay gente, con una baga esperanza rogamos para que sean civilizados y nos asentamos. Nos enteramos de alguna manera de que en la recepción una chica se ha quejado de bichos en su almohada y la respuesta de la recepcionista fue "ya sabemos que hay bichos en las almohadas, no es nuestro problema" ¡Aleluya! Jajajajaja ahora el hostal es mucho mejor, encima a alguno de nosotros le entro la hipocondría y los picores que siguen.

Al final todo nos dio igual y como buenamente pudimos nos dormimos, hasta las 4:12 de a mañana que nuestros compañeros entraron como barbaro por su aldea, gritos, alcohol y comida sin contemplar que nosotros dormiamos. Al final conseguí eliminar de mi mente sus berridos y, en lo personal; pude dormirme. Hasta la mañana siguiente. Pero eso ya corresponde a otra reseña.


Y cabe destacar que mientras tanto, Bety y Dámaris se unieron a una fiesta que había en su cuarto con unos franceses muy majos, pero que tampoco las dejaron dormir.

Hasta mas ver Interraileros!

Me llamaban Mariano.

Lecciones del dia:

-Cuando estes en el tren, aunque parezca que vais muy rapido, aseguraos de cuando llegais a vuestra estacion para no matar a un par de viejecillas, aunque dependiendo del tipo de viejecillas igual conviene.
- hay salchichas en lata. Bueno, hay de todo en lata, pero salchichas especialmente.
-el hostel amadeus da cosita, cogeos otro si podeis, aunque sea un poco mas caro.

jueves, 19 de julio de 2012

Día 15: Vamos a salir de aquí, pero no te choques con el espejo...


El día comenzó, como el resto, con el despertar matutino de un amanecer prematuro.
Parecía un día soleado, por lo que las chicas nos dispusimos a ir al mercadillo, mientras que los chicos aprovechaban las horas de sueño al extremo. Ya estábamos a medio camino del mercadillo cuando lo oímos: un gran relámpago.  Y empezó a diluviar, pero no os imagináis de qué manera. El diluvio universal parecía una llovizna de na’ en comparación.

Pues nada, no nos quedó otra que huir al techo más cercano y esperar, cantando canciones Disney. Y entonces, tras una media hora o más, pareció descender la fuerza con que llovía. Decidimos salir... pero ilusas de nosotras, tras otro relámpago, comenzó a llover con más y más fuerza, y nos pilló en medio de un puente, sin lugar en el que cobijarse cerca de él. Así que nos tocó correr bajo la lluvia, hasta llegar a una cabina ¿Y lo peor de todo sabéis qué fue? ¡¡Que los coches que pasaban a nuestro lado disfrutaron empapándonos siempre que había un charco cerca de la arena!!

Estábamos tan empapadas que ya nos daba igual mojarnos más, así que nos fuimos a comprar la comida del día.
La iglesia de Vysehrad

Al salir del supermercado hacía un sol espléndido.

A la vuelta al albergue nos encontramos con los chicos, los cuales fueron más eficaces y  salieron junto con el sol.

Así que nos quitamos la ropa mojada, la tendimos y nos metimos cual oruguitas en nuestros calentitos sacos. En ese momento se nos acercaron unos chicos a conversar, muy majos ellos. Eran unos ingleses llamados Zac y Ben, y con ellos viajaba un cerdito de peluche. Estuvimos largo y tendido hablando, hasta que nos dieron sus facebooks y esas cosas.

Luego nos reunimos con los chicos en el edificio de los “bailarines” para subir al cementerio Vysehrad , plagado de leyendas y cabe decir que merece la pena verlo, nunca había visto tumbas tan… curiosas. No hicimos fotos  por respeto.

Y tras buscar símbolos iluminati y templarios por todo el cementerio, lo perfecto para crear un bestseller, bajamos hacia el albergue para subir otra colina.

En la cima de la colina de al lado del albergue vimos un laberinto de espejos,  espejos que deforman y más cosas de espejos (por 2 €). Luego los chicos fueron al observatorio mientras que nosotras nos metimos en “La Gruta Mágica”, una galería de arte todo sobre fantasía y etc, muy bonito todo, e incluso… ¡¡conocimos al pintor!!

Y luego volvimos al albergue mientras los chicos seguían en el observatorio. Tras esto fuimos a cenar comida basura, mientras que los chicos buscaron un sitio de comida tradicional, pero no les dejaron entrar porque era muy tarde.



Y ya está. No entro en detalles porque escribir tanto es un rollo.

Día 14: Camino oscuro, camino oscuro, camino con luz... ¡para allá!


Y aquí nos encontramos de nuevo interraileros desesperados. Víctor al habla de nuevo para retransmitir un día más en esta preciosa ciudad llamada Praga.

Volvimos a despertarnos en nuestro queridísimo albergue junto a los otros 70 chicos y chicas que nos rodeaban en aquella súper-habitación/gimnasio lleno de taquillas. Poco a poco nos acostumbrábamos a aquellos duros colchones compuestos de cojines (¡Viva el reciclaje!) y les cogíamos más cariño a nuestros sacos de dormir por hacer la noche más llevadera. Por mi parte, había aprovechado la cuerda que rodeaba el saco para meterlo en la bolsa para tender las toallas que usábamos en las duchas. Al final había decidido dejarlas todo el tiempo formando así una especie de zulo y que la luz del sol no me molestara por la mañana (¡Mas reciclaje!)

Tras la ducha y el desayuno, nos dirigimos al segundo tour de Praga (10:30), el cual nos iba a mostrar la parte antigua de la ciudad. Nuestra guía de hoy resultó ser una rubia típica “pijotetis” que de espaldas recordaba a Belén Esteban, aunque ese dato no quitaba el hecho de que supiera del tema del que hablaba. Con ella iba una chica más bajita y morena la cual estaba haciendo prácticas de guía (llevaba una cruz invertida colgada del cuello lo cual me resulto curioso o.O) y se ponía nerviosa cuando le tocaba hablar, lo cual a la rubia le ponía un poco de los nervios ¬¬

Como cualquier otro tour estuvimos 2 horas recorriendo las diferentes calles de Praga, encontrando en cada esquina algún que otro edificio, monumento o torre. También nos podíamos encontrar algunos conjuntos de construcciones donde se mezclaban varios estilos (romántico, gótico, barroco, art nouveau, neoclásico) que aunque pudiese parecer algo caótico, el resultado era bastante asombroso.

Tras finalizar el tour, el grupo se separó. Las chicas no querían realizar el último tour (15:30) que aquella compañía nos ofrecía, pero esta vez, a Elena le apetecía  comer algo más consistente, por lo que se vino con nosotros en busca de un restaurante. La búsqueda fue un caos, entre los precios, los platos y otras cosas terminamos pillándonos una pizza pepperoni, la cual comimos en el parque de los niños códigos de barras, “Kampa Island”. El problema fue sobrepasar el puente de Carlos con la pizza intacta, pero pudimos hacerle frente con formaciones en lanza y canciones de pokemon.

Con la tripa llena nos disponíamos a descansar un rato, pero una lluvia cabrona nos fastidió el plan. Obligamos (sobornamos con un helado) a mariano a que fuera al albergue a por algunas sudaderas y así soportar un poco mejor la lluvia. Como esta no amainaba, decidimos ir al punto de encuentro del siguiente tour con la lluvia calándonos. Cuesta arriba, cuesta abajo llegamos al punto de encuentro mientras yo me encontraba con alguna que otra tienda de marionetas. Estaba decidido a llevarme un títere de Praga por lo que durante los paseos y los tours me iba quedando con las tiendas que veía.

Llegamos al punto de encuentro, Bety y Dam recogieron a Elena y el tour empezó aprovechando que la lluvia había parado. Este consistió principalmente en visitar la zona exterior al castillo de Praga, en el que aprendimos, entre otras cosas, que la población praguense era atea en un 90% y que todas las construcciones religiosas se mantenían meramente porque se consideraban patrimonio cultural.

Tras el tour, la lluvia volvió a molestarnos y los chicos nos dirigimos a un portal para resguardarnos. Cuando amaino yo me pille un cafecito en el Starbucks (el primero que abrieron en Praga) para entrar en calor (para que me sajaran mejor cogerme algo que valga la pena), Javi una cerveza y Mariano una coca-cola.



Las chicas, tras separarse de nosotros, estuvieron cotilleando la zona del castillo. Querían entrar en la catedral de Praga pero debido a su alto precio decidieron pasar. Pasaron la tarde de tienda a tienda de souvenirs y Bety y Elena se pillaron un poster de Praga

Cuando los chicos estábamos llenos de fuerzas nos dirigimos a un bosque/parque enorme que había detrás de nuestro albergue, y en el cual había una réplica de la torre Eiffel en menor escala y un observatorio. Tras “escalar” la colina/montaña, entramos en la torre Eiffel y subimos hasta arriba del todo. Javi lo paso mal, ya que le dan miedo las alturas cuando las barandillas le dejan ver el vacio xDDDD

Intentamos encontrar el observatorio, pero ya había anochecido demasiado como para encontrar algo. Lo único que vimos fue un museo de cuadros raros que daba mucho miedo, ya que estaba cerrado y sonaba una música extraña. Ya en el albergue, cenamos palomitas y chocolate y en la sala común nos pusimos los 6 a organizarnos y reservar todos los alojamientos hasta el final del viaje.

Al final, algunos días viajaríamos divididos entre chicos y chicas ya que los gustos y presupuestos  se diferenciaban demasiado, aunque siempre nos encontraremos al día siguiente. Mientras hacíamos las reservas, ya que nos dividimos también en albergues, yo me puse a juguetear con unas mini-cartas con dibujos coreanos (según Javi) pensando que eran uno de los juegos que el albergue te ofrecía. Resultó que pertenecían a unas coreanas que a los chicos nos enseñaron (a los chicos) un juego bastante divertido llamado koi-koi.  Según Elena eran unas guarras que querían llevarnos a la cama, pero a nosotros nos parecieron muy majas. Luego nos fuimos a dormir.

Y hasta aquí la reseña de hoy. Corto y cierro.

martes, 17 de julio de 2012

Día 13: ¿Qué es el segundo edificio más feo del mundo? ¡Pues le pongo bebés!


Hola dola, nuestros interraileros, madres y padres desesperados.
La reseña de hoy será ligeramente más breve que las últimas, lo podréis comprobar a continuación. ¿Por qué? Porque además de que no hemos estado toooodo el día fuera haciendo cositas, hay retraso con las subidas y MUCHO SUEÑO.

El día 13 de nuestro viaje está escrito por Elena/Eri.
El niño Jesús de Praga
Hoy, como cada día de nuestro largo viaje, nos hemos levantado a una hora tempranita, allá por las ocho de la mañana (sí, tempranita, no queráis hacernos creer que no). Como últimamente, las chicas hemos elegido un plan mientras que los chicos se han decantado por otro.
Mis compañeras Dámaris y Bety tenían ganas de visitar una capilla en la que está el famoso niño Jesús de Praga, así que fui con ellas y vimos la estatuilla que, si te descuidas, casi puede pasar desapercibida. La reliquia consiste en un niño Jesús decorado con un traje bastante similar al del Papa. Es más, explorando por la iglesia se pueden ver diferentes trajes que le ponen al niño (todos muy monos, coloridos y, a pesar de lo que digan mis compañeras, muy recargados de cosas caras).
Al salir de la iglesia, nos fuimos hacia el llamado “El muro de John Lennon”. Es un muro cubierto completamente de pintadas de gente. Entre muchas otras cosas, había escritas frases de sus canciones y nosotras decidimos dejar nuestra pequeña marquita.


Por otro lado, los chicos, esa mañana la aprovecharon plenamente para DORMIR :) Luego fueron a dar una vueltita.

Más tarde nos unimos para hacer juntos un tour en el que recorrimos la parte del puente de Carlos y las zonas afectadas por la inundación producida hace unos años (la guía estaba muy orgullosa de haberlo presenciado y además no hacía más que hablarnos de su padre y Penélope Cruz porque llegaron a conocerse…) Uhh y vimos unas esculturas de bebés gigantes (sin cara) que antes estaban expuestos en un edificio enorme. Fue declarado como el segundo edificio más feo del mundo, así que su autor dijo "¡Pues le pongo bebés!", y ala, va y todo el mundo lo adora.

Las chicas y yo fuimos a comer una ensaladilla que compramos en el supermercado (la cual nos acabó pasando factura. Era ácida y a Bety la estaba matando… Nos llenó enseguida y tuvimos que dejarlo para la cena.
Ellos tuvieron la suerte de encontrar un buffet chino barato, jum ¬¬

A las cinco, las chicas quisieron acudir a la misa de la iglesia del niño, así que yo me fui con los chicos a dar una vuelta chiquitita hasta el puente donde habíamos quedado. Cuando nos encontramos en el puente todos vinimos al albergue y debatimos/discutimos/acabamos en bronca por las reservas y las nuevas rutas que tenemos que seguir. Dámaris y Bety fueron a dar una vueltecita y encontraron un observatorio chulísimo donde pudieron ver los planetas :O
Mientras, los chicos se fueron a cenar al bosquecito mientras “miraban las estrellas” ocultas entre las nubes…

Yo he aprovechado ese rato para escribir, dormir, descansar los pies…

En fin, no ha sido el mejor día del viaje, cada vez la división entre los chicos y las chicas se hace más notoria, pero intentamos llevarlo bien. Espero que al final todo acabe siendo como al principio y seamos realmente un grupo de nuevo.

Se despide Elena con sueñecito y ganitas de una cama blandita.
See you!


Yo, Elena, en el muro de John Lennon

domingo, 15 de julio de 2012

Día 12: el Danubio, ¡siempre es el Danubio!


Hola corazones, en anteriores episodios de “Interraileros desesperados” pudimos ver como nuestros amigos acababan durmiendo en un motel de carretera con unos checos entre majos y plastas… ¿Qué sucederá después? Lo averiguareis después de esta pausa publicitaria.


Buenas, tras dormir en el motel, con unas vistas a una vía de tren abandonada y con unas camas más cómodas de lo esperado [normal, ya que llevábamos 2 días sin una cama decente], los chicos nos levantamos pronto para pegarnos una buena ducha en los cubículos del baño. Muy refrescante, sí, pero nada comparado con nuestra ducha “fresquita” en Budapest XD.

Una vez vestidos y preparados, nos dispusimos a buscar una lavandería en Praga, lo más cerca posible del albergue, para así poder limpiar la ropa que llevábamos (por lo menos en mi caso) sin lavar desde el apartamentito de Zagreb, hacía casi una semana.

 Ya habíamos encontrado  una que tenía buena pinta, llamada LaundryLand, cuando las chicas llamaron a la puerta de nuestra habitación para ver si seguíamos con vida y eso.
Cogimos todos nuestros bártulos y en un momentito me puse las lentillas. Era un nuevo día, ya habíamos hecho el Check-out del motel y nos dirigíamos a nuestro nuevo y prometedor albergue en pleno centro de Praga.

Para ello era necesario coger el tranvía, bueno, en realidad eran dos tranvías, el número 26 una parada, y un trasbordo al número 9 hasta la parada de justo después del río. 20 minutitos en tranvía más tarde, ya habíamos  abandonado los suburbios de Praga para adentrarnos en pleno centro histórico. Cuál fue nuestra sorpresa cuando descubrimos que, desde la parada del tranvía, el albergue quedaba a menos de 5 minutos de distancia.

Atravesamos un parquecito muy cuco con unas estatuas un tanto desconcertantes; y en cero coma estábamos en la recepción del que sería nuestro alojamiento durante los próximos 4 días.
La chica de la recepción era muy maja y nos dijo que no pasaba nada porque hubiéramos llegado un poco antes de la hora prevista (dijimos que llegaríamos a las 23:00) e incluso nos dejó las llaves de las taquillas para guardar las cosas para que pudiéramos ir tranquilamente a conseguir más coronas checas (las que habíamos cambiado el día anterior se nos habían quedado cortas).

Un poco más ligeros de equipaje, ya nos dirigimos hacia la famosa lavandería (con bolsas enormes llenas de ropa sucia). Para ello tuvimos que ir por una de las calles principales de la ciudad, que casualmente cruzaba el río.

 Sí, el río; ya nos habíamos acostumbrado a la presencia del abrumador Danubio en casi todas las ciudades en las que habíamos estado, asique, como no (y dado que no somos geógrafos precisamente) llegamos a la conclusión (finalmente errónea) de que ese río tan caudaloso que atravesaba la ciudad, no podía ser otro que el Danubio [Bety: el Danubio, ¡siempre es el Danubio!].
Seguimos el curso del río y nos adentramos en la zona antigua, cerca del puente de Carlos, donde dimos un paseo por las tiendas de souvenirs y descubrimos los tours gratuitos de Praga.

En una pequeña esquinita, encontramos un cajero automático, donde sacamos el dinero que nos hacía tanta falta, y mariano se compró un helado de pistacho.
Un par de callejuelas más, y llegamos de nuevo a la calle principal, para retomar nuestra épica búsqueda de unas lavadoras.

A lo largo de toda la calle principal se extendían múltiples fachadas bohemias que nos confirmaban el rumor de que Praga es una ciudad de cuento. Habiendo andado un rato en línea recta, y tras tres cambios de nombre de la misma calle (cosa rara, porque no giraba ni nada, era la misma calle pero de repente cambiaba de nombre porque sí), nos encontramos un McDonald’s. Este hecho es importante ya que el hambre apretaba, era pasado mediodía y… (Prepárense abuelas histéricas de la audiencia)¡No habíamos desayunado!

Allí nos dimos cuenta de que sabíamos que había una lavandería, pero no el nombre de esta. Asique decidimos buscarlo gracias a las bondades del free Wi-fi de los bares/restaurantes cercanos.
Vamos, que seguimos andando y llegamos hasta la Torre de la Pólvora, en pleno centro histórico de la ciudad, por lo que dimos media vuelta para ver dónde nos habíamos dejado la lavandería.
Muy irónicamente, nuestro destino se encontraba dentro de un pequeño centro comercial, ¡al lado del McDonald’s! Y nosotros andando como idiotas…

Bueno, que entramos al establecimiento y nos atendió una señora (un tanto borde) en inglés con un acento eslavo muy marcado. Dividimos la ropa por colores, y siguiendo la chirigota de “las muchachas del congelao”, pusimos el detergente en el hueco grande, empujamos con fuerza la puerta hasta que hizo “click” y le dimos al botón de encendido.

Dos lavadoras más tarde, decidimos meter la ropa en la secadora en el programa corto de 8 minutos, pero salió empapada igualmente (normal, ropa para una semana de 5 personas, toda junta). Pero con otro secado la ropa quedó medianamente seca y lista para guardar.
Tras eso, la idea era ir a una hamburguesería que tenía menús por 2’5€, que estaba al lado del río, sin embargo, el hambre nos pudo y decidimos probar suerte en un restaurante chino que había en el mismo centro comercial.

Era caro, todo hay que decirlo, pero la comida sabía bien [Javi: excepto el cerdo agridulce, ¡eso no tenía nada de agridulce!] y, por lo menos yo tenía antojo de chino… Los platos eran un poco pequeños en comparación con los de España, pero en general eran buenos. No obstante, las chicas tuvieron una mala experiencia al pedir rollitos de primavera y descubrir que eran rollicitos, porque eran minúsculos… [Eri: en la foto parecían más grandes…]

  Con los estómagos llenos, volvimos al albergue,  dejamos la ropa colgada entra las camas (de manera que parecía un bazar) y pagamos lo que nos faltaba para ser oficialmente huéspedes del albergue.
Entre unas cosas y otras (sobre todo porque para cuando quisimos llegar al albergue eran casi las 18:00), se nos pasó la tarde en el albergue, por lo que decidimos salir a comprar la cena en un Billa, y dar una vuelta por el centro de noche.

La compra fue bastante productiva, ya que tanto chicos como chicas compramos un montón de guarrerías. Lo único, que ambos grupos coincidimos al comprar unas uvas, muy ricas, por cierto.
Finalmente nos perdimos un poco por el centro de Praga (cerca de la torre de la pólvora), que estaba precioso iluminado y con diversos músicos dándole ambiente a las plazas y callejuelas.
De esa parte habría habido más fotos, pero a Mariano se le había muerto la cámara guay, asique nos prometimos volver a esa zona otra noche…

Un poco cansados de todo el día, y con un ajetreo bastante importante a nuestras espaldas, volvimos al albergue y caímos rendidos en la cama.

Al día siguiente las chicas madrugarían para ver la iglesia del niño de Praga, mientras los chicos recuperábamos horas de sueño.

Aún así, habíamos descubierto los tours gratuitos, que nos ayudarían a tener una visión general de la ciudad en poco tiempo. Desde que llegamos a Praga todo parecía perfecto y los miedos desarrollados en Vienna habían desaparecido. Lo único malo era que el río no era el Danubio… pero ¿qué más se le podía pedir a la, ya maravillosa, Praga?


LECCIONES DEL DIA

-          No fiarse del tamaño de la comida que aparece en una foto
-          Con 8 minutos no puedes secar la ropa de cinco personas
-          Las ciudades de noche merecen mucho la pena
-          Por Praga no pasa el Danubio, sino el Vltava


PD: las ratas/abominaciones del McDonald’s siguen bien ^^



Saludos a los terrícolas, de parte de Javi

sábado, 14 de julio de 2012

Día 11: No hay Viena que por Praga no venga.


¡Hola interraileros desesperados!

Nuestro día de hoy empezó en donde lo tomamos. La fría y cerrada estación de tren de Viena. Realmente no era tan fría. Los que fuimos inteligentes nos metimos en el saco y acabamos sudando.
La estación abrió a las 4 y media de la mañana y, como los que estaban despiertos tenían frío, entramos. Mala idea. Afuera dormíamos tranquilamente sin nadie que lo molestara. Adentro parece que estaba prohibido hacerlo porque los seguratas estaban ojo avizor a ver si nos dormíamos porque cada vez que cerrábamos los ojos en las sillas donde nos sentamos nos empezaban a hablar en un alemán muy brusco indicando que no se podía dormir.

Y así, nos dieron las 6 y media de la mañana, hora en la que el punto de información abría y podíamos preguntar. Pedimos información sobre trenes a Praga, un mapa de Viena y hosteles/albergues baratos donde dormir. El hombre, muy majo, nos dio un gran panfleto con albergues con precios donde dormir. Como no estaban mal de precio (realmente no era tan buenos, no bajaban de los  11€), decidimos buscarlos.
Hamacas de un parque.
¡Qué bien nos hubieran venido
la noche anterior!
Fuimos uno por uno, calle por calle, alejándonos cada vez más del centro pero sin éxito. TODOS estaban ocupados, no tenían espacio ni para una noche. Yo quería preguntar por un hueco de suelo, ya me daba igual no tener cama. ¡Sólo queríamos dormir!

Asi que, desilusionados, decidimos largarnos de esa ciudad que sólo nos cansaba, nos estresaba y no nos ofrecía buenas alternativas. Antes de salir para Praga, decidimos reservar albergue con antelación para que no nos pasara lo mismo que Viena. Como en Viena no habíamos estado los días que pensábamos decidimos que en Praga estaríamos más días de los planeados ya que habíamos encontrado un albergue a un poco menos de 8€ la noche.

Desgraciadamente, nuestra idea era dormir un día en Viena y llegar al siguiente a Praga pero como no encontramos albergue era o dormir otra noche como la pasada o marcharnos a Praga y reservar una noche más. El albergue que teníamos reservado no tenía plazas para esa misma noche por lo que tuvimos que mirar en otro sitio. Encontramos otro, 8€ la noche, que tenía espacio con nosotros y buenas críticas. Así que reservamos y fuimos hasta la estación de tren otra vez para ver a qué hora salían los trenes hacia Praga.
Teníamos pensado cogernos el de las 14h y ver un poco la ciudad, pero para cuando tuvimos los horarios eran pasadas las 13h por lo que nos fuimos a la estación de tren principal sin ver Viena si quiera un poquito.
A las 14h, y tras una rápida compra (y digo rápida porque la hicimos corriendo y en 10 minutos) nos montamos en el tren hacia Praga que volvía a ser como los de Harry Potter. Encantados con eso bueno, nos dimos cuenta de que eran un poco reclinable (no del todo como en el nocturno) y caímos dormidos todos en cuanto el tren se puso en marcha (con Dámaris y yo en la puerta con las piernas atravesadas para que no entrara nadie).

El trayecto se hizo ameno. Los paisajes eran preciosos: pueblecitos de vez en cuando, pero sobre todo verde. Íbamos entre las montañas atravesándolas, rodeados de verde y marrón y se podía respirar en el ambiente. El tipo de trayecto que tenía en mente yo cuando planeamos el InterRail.

Llegamos a Praga a eso de las 8 y pico (el tren se retrasó, porque teníamos planeado llegar a las 19h) y nos pusimos en busca de ese albergue en el que íbamos a pasar la noche. Cambiamos la moneda local, nos cogimos el metro y ¡zum! En media hora nos encontramos en el barrio del albergue.

El sitio era fácil de encontrar, sin embargo las descripciones no coincidían con lo que veíamos. Habíamos buscado el albergue en la página de alberguesjuveniles.com (y recalco lo de juveniles) y nos encontramos con lo más parecido a un motel de carretera que pudiera haber.

Cuando llegamos, nos encontramos con que la recepción estaba cerrada y la chica que estaba en la puerta (con unas pintas muy chonis) nos gritaba en checo algo de que las 9. Al final, y gracias al google translate, ya que la tía no tenía ni papa de inglés, conseguimos aclarar las cosas y poder acceder al sitio.

En mi opinión, el sitio daba un poco de miedo. Pero no era por el lugar en sí. Realmente las habitaciones y los baños están muy limpios, y parece un pequeño hotel. Lo peor era la gente. Yo lo pasé un poco mal porque la gente que nos encontramos allí no tenían nada de jóvenes mochileros sino más bien de camioneros y gente que no tiene nada mejor que dormir allí.

Pasada la primera impresión, resultó que la gente era bastante maja. Un hombre nos hizo un tour a las chicas completo enseñándonos las cosas y, aunque no entendía el inglés, conseguimos hacernos entender un poco con signos y un muy mal hablado italiano por su parte. Esa parte fue divertida.

Gracias a ese tour descubrimos que las duchas, por primera vez en nuestro viaje, eran compartidas. Sí, había que compartir duchas con chicos y chicas; pero, por suerte, eran cubículos individuales con cortina. Aparte de eso, también el hombre ese y sus compañeros de habitación nos invitaron a Eri, Dámaris y yo a su habitación, invitación que declinamos con el sencillo gesto de decir que nos teníamos que duchar.

Tras una ducha, que sólo las chicas tomamos porque los chicos decían que esperarían a mañana, nos volvimos a la cama. Allí, mientras intentábamos pillar WIFI y nos preparábamos para dormir, aparecieron el grupo de tíos que antes no habían invitado a su cuarto con nada más y nada menos que ¡una botella de 2L de cerveza! Aunque se pusieron un poco pesado, sin problema alguno por su parte y muchas risas porque no éramos capaces de hacernos entender nos despedimos de ellos (en realidad, les echamos) haciéndoles entender que queríamos dormir y que nos dejaran en paz. Aun así, para asegurarnos que no volverían, cerramos con llave la puerta dejando la llave en la cerradura y Eri puso una silla en la puerta ( ERI: nunca se sabe chicas).

Cuando todo se tranquilizó, nos hemos tumbado en la cama, hemos cerrado los ojos y nos hemos dormido pensndo en el día siguiente y pidiendo que fuera mucho mejor.
Y hasta aquí todo lo que pasó el día 11 del InterRail de 2012.

Con todos ustedes, Betsabé


LECCIONES DEL DÍA
1-A Viena es malo ir sin reservar.
2- En Viena no puedes dormir en las estaciones de tren
3-No te fíes de un albergue por sus comentarios, siempre pueden ir a peor.
4-Aunque la gente pueda parecer mala, puedes desconfiar pero no en exceso, siempre hay gente simpática entre ellos.
5-Lo mejor para echar a unos pesados es mandarles a dormir como si fueras su madre.
6-Mañana será otro día

viernes, 13 de julio de 2012

Día 10 - ¡Pasándolo Bienna!


Hola criaturas de diversa índole que siguen nuestro interrail y nuestras entradas.

En realidad son todo formalidades, no necesito saludar a nadie. Sólo quiero escribir para desquitarme de nuestro día de hoy. No ha sido malo, ha estado lleno de anécdotas que contar jejeje.
Todo comenzó a las 7 de la mañana de una calurosa mañana en Budapest, Hungría. El plan era arreglarse (lo cual implicaba por supuesto ducharse entre agua helada de la ducha de nuestro zulo) y salir para poder tomar algo para desayunar y estar a las 11 en un sitio que (aparentemente) estaba lejillos para hacer un tour gratuito. Al final fueron solo apariencias porque llegamos al sitio a las 10:15 aproximadamente, así que nos tumbamos en un parque para esperar a que fuera la hora.


Total que conocimos a nuestra guía, una señora bastante maja que nos llevó por las diversas zonas de la ciudad y nos explicó las diversas costumbres y misticismos que rodean Budapest. A estos húngaros les gustan mucho las historias de brujas, mitos y leyendas varias (hey, en serio; resulta que tienen una colina con brujas que usan personas delgadas en vez de escobas para desplazarse. Son los mochileros del mundo mágico. Nosotros no podríamos entenderlo). Hemos visto de todo, estatuas dedicadas a gente que luchó para unificar y mejorar Budapest, puentes reconstruidos por los soviéticos tras la devastación de la segunda guerra mundial y hasta un barrio judío con varias sinagogas y casas/locales ambientados de manera típica y otras muchas cosas de Budapest.

Llegadas las 14:00 era el momento de tirar para la estación, que nuestro tren salía a las 15:10. Mientras nuestras compañeras comían un bocadillo de caballa de manera muy femenina (todo lo que puede permitir abrir latas de pescado en conserva con unas tijeras de punta redonda  -imagen para recordar-) Los chicos nos fuimos a rellenar agua. Tras una espera, llegó el momento de coger el tren.

Ey, qué mierda; los trenes ya no parecen de Harry Potter con sala privada. Ahora son trenes normales con asientos en fila. Un rollo que nos resultaba conocido ¡Yo (y todos) queríamos los trenes bohemios!
Bueno, da igual. Los chicos comimos en el tren. Anteriormente esa mañana habíamos comprado para comer un embase que parecía contener algo que fuera embutido, pues tipo salchicha de jamón york o algo. JAJAJAJ qué chiste ¡Deberían vuestras mercedes saber que era paté! O más explícitamente, tripas de algún pobre bicho que desconocemos. El lado gracioso es que no disponíamos de cuchillo, así que para comer hemos tenido que abrir el embase a bocados y el contenido empezó a salir como si tuviera vida propia y fuéramos nosotros su comida y no al revés. Ha molado, yo por un momento pensé que tenía un nuevo amigo, hasta que su manera de salir pareció más y más asesina.

Al final llegamos a Viena a vete tú a saber qué hora (6 y algo) e intentamos situarnos para buscar albergue, callejeando entre sitios con nombres del estilo  –algomuylargoeilegible + strasse- (En serio, si quieres ponerle nombre a una calle alemana pégale un lametazo a tu teclado y luego añade strasse). En nuestra búsqueda descubrimos que no nos habíamos bajado en Viena centro sino más bien en un Extrarradio. Tuvimos que aliarnos y hablar con los operarios de la estación para enterarnos de dónde narices debíamos montar para ir a un sitio con hoteles y albergues para dormir (claro, que para lo que ha servido, seguid leyendo…) total que llegamos a Viena centro y la primera impresión es que es bastante bonito, es como una especie de remix –to- de diversas ciudades de Europa. Pero claro, esto son países germano-hablantes y las oficinas cierran a las 6 o 7 de la tarde, así que no hemos podido encontrar una oficina de turismo ¡Pero sí su wifi! Bendito internet. Usando la conexión navegamos y surcamos las 7 webs para encontrar un albergue o pensión barata para pasar la noche. Tuvimos varios candidatos que recorrimos 1 a 1 y a todos nos llamó la atención que aquí los hoteles no son individuales sino más bien son plantas enteras de un edificio. Total, que nos hemos visto subiendo a segundas y terceras plantas de un edificio para encontrarnos hoteles de 4 y 3 estrellas que, por supuesto; se salían completamente de nuestro presupuesto.
Así que ya desesperados, nos hemos metido a un McDonald’s que por lo menos cierra tarde. Al fin y al cabo lo que no nos gastemos en albergue, pues nos lo gastamos en una cena medianamente decente. Así que estamos en el McDonald’s lo que resta de noche (de 22.00 a 03.00). En esas horas hemos: Cenado, sido timados por un argentino que aseguraba que una estación de tren no cerraba pero sí que cierra, Hablado con un camarero sobre canciones en español, recibido regalos de ese mismo camarero, reprendidos por dormirnos en el restaurante (algunos, como yo, dam y vik) leído cosas en el ordenador y hablado con unas ratas a cuerda que tienen un chirrido irritante.

Hemos salido del McDonald’s cuando discretamente nos han echado (Y discretamente quiere decir: “apagamos las luces ¡FUERA BICHOS MOCHILEROS!”) e íbamos felices porque, inocentes de nosotros, todavía creíamos las palabras de nuestro amigo el argentino así que nos dirigíamos con ahínco a buscar la estación. Nos ha comenzado a llover por el camino. Al principio poco, pero Bety ha decidido pararse a ponerse el chubasquero en un portal. En éste mismo una majísima pareja Austriaca nos ha ofrecido entrar visto que estaba lloviendo, nosotros hemos rechazado tan altruista invitación y hemos seguido hacia la estación.

Iba lloviendo más, Merkel se acercaba (Javi al menos así lo ve) y ¡¡Por fin llegamos a la estación!! Por esto digo que el argentino nos timó, está cerrada.
Así que con amor y cariño les informo de nuestro día desde las afueras de la estación con una agradable temperatura mientras algunos duermen y otros no pueden dormir, es una estampa preciosa. Sobre todo si tenemos en cuenta las máquinas limpiadoras de las calles que están a nuestro lado, las gotas de lluvia cayendo y gente que, en estas condiciones y a las 3:15 de la mañana (hora actual) pasea en bici como si fuera Heidi, pero versión Austriaca.

Así que concluyendo y cómo dijo Javi, no dormiremos bien, pero la experiencia de caminar bajo la lluvia de Austria a las 2 y 3 de la mañana no nos la quita nadie.

¡Corto y Cierro criaturas salvajes!

Me llamaban Mariano.

Lecciones del día:
-Budapest es más pequeño de lo que aparenta en los mapas.
-Budapest tiene brujas, así que cuidadito con los conjuros ¡impuros!
-Los chorros de la fuente de la estación de Budapest se pueden usar para jugar a encestar.
-Ten un cuchillo de untar a mano para comer embutido/paté alienígena con vida propia.
-En Viena, pregunta; porque a no ser que alguien de tu grupo sepa alemán no tendrás –piiii- para enterarte de dónde estás.
-Olvídate de los sitios para dormir baratos en Viena, Asúmelo, esto es caro.
-No te puedes dormir en el McDonald’s a no ser que te eches de amigo a un camarero majo.
-Si alguien te dice que una estación no cierra, no le creas ¡CIERRA!
-Por tanto, si alguien te ofrece un portal, no es tan mala idea.

Gasto medio: Sin albergue, unos 5 o 6 euros (El McDonald’s) y una media de 2 a 3€ en la comida (comprada en un SPAR[con acento alemán] húngaro)

miércoles, 11 de julio de 2012

Día 9: La marcha Húngara


Hoy hemos despertado, yo al menos, pegajosos. Hungría es mucho menos caliente que Serbia, ya que está más al norte, de hecho Budapest está más al norte que el punto más al norte de España, pero no por ello ha hecho frío, ¿eh?

El día ha comenzado con una lluvia matutina, que ha provocado que aumente la humedad en el aire y que el aire caliente se levantase, pero la verdad es que se ha agradecido el fresquito breve que ha dejado.
Tras habernos duchado con agua helada y desayunado nos hemos puesto en marcha rumbo al “stadionok”, que significa “estadio” en húngaro. ¿Por qué hemos ido allí? Pues porque había quedado con unos amigos muy majos míos que conocí gracias al Proyecto Comenius, una especie de beca. De la mano de Mercedes, Szandy y Peter hemos visto la parte fea de Budapest (se han perdido y eso) y luego la bonita.

Se nota claramente la diferencia entre los países “del este”  y el resto. Nada más llegar aquí apreciamos que el patrimonio cultural está mejor conservado, y aunque en general es algo más barato que el euro, la calidad de vida y la “belleza”, por así decirlo, de la ciudad va en aumento.

Hemos cogido el metro y bajado en una parada al lado del Danubio, después hemos  subido al Palacio Real, hemos visto el baile de cambio de guardas y admirado las vistas de la Budapest desde lo alto, con el Danubio cruzando la ciudad. Peter nos ha explicado la historia de los edificios que veíamos, de que antes eran más grandes, de los santos de la ciudad, y esas cosas. Entonces hemos subido al castillo, o más bien lo que queda de él, para tener una vista completa de Budapest.
Luego hemos bajado y cruzado el Danubio por encima del primer puente construido en Budapest, custodiado por leones que pusieron tras la Segunda Guerra Mundial, en la que el puente fue demolido por las bombas. Ahora se supone que esos leones protegen el puente de cualquier cosa,  hasta de un bombardeo.

Tras esto, hemos seguido hasta la Basílica de San Steven, preciosa, en la que está inscrita en letras doradas nada más llegar “EGO SUM VIA VERITAS ET VITA” (Yo soy el camino, la verdad y la vida, pero en latín) Es preciosa, pero decidimos parar a comer, así que no pudimos verla mucho.
Una vez acabada nuestra pequeña comida en el Subway (la comida tradicional era muy cara) nos dirigimos al Parlamento. Para entonces ya eran cerca de las 4:00pm, por lo que nuestros amigos húngaros nos tuvieron que dejar, ya que viven a dos horas y algo de Budapest.

Entonces nos quedamos un rato tirados en el césped, descansando; y mientras que Bety y yo nos quedamos dormidas, el resto jugaron a las cartas.

Luego volvimos a hacer algunas fotos en la Basílica y por el camino nos encontramos una fuente de las que brotan desde el suelo, en la que me empujaron Javi y Vik y me empaparon, y no sólo eso, se me rajaron los pantalones, pero de eso no me di cuenta hasta llegar a casa… menos mal que llevaba un bikini debajo y de color oscuro.


Y de aquí fuimos al apartamento, donde Eri y yo nos quedamos (a ella le dolía la tripa y yo estaba algo insolada) mientras que los otros fueron a Váci Utca en busca de souvenirs  y restaurantes baratos con comida tradicional.Un señor de un restaurante les respondió bastante borde ante la pregunta de Bety sobre si la bebida estaba incluida o no en el menú; "Para eso iros al Burger King", decía. Se compraron banderas y un souvenir sorpresa *guiño guiño*. 

Estatua de Hermes en Vaci Utca
Al volver, nos fuimos todos juntos a esta calle, ya muy de noche, a cenar. Les sirvieron un menú turístico que incluía una sopa típica húngara (sopa de gulash) que estaba muy rica. [Eri: yo me quemé la lengua TT.TT] También probaron el plato de pollo típico, que incluía una cosa rara parecida a la pasta [Vik: son cerebros!!] Por otro lado, Bety y yo ya habíamos cenado y estamos algo peladas de dinero, así que nos quedamos dando vueltas por la calle, viendo espectáculos nocturnos de gente que bailaba con fuego,  cristales empedrados con cristales de swarozsky,  gente tocando canciones hippies por la calle, tiendas de souvenirs abiertas a las 23:30 y hasta incluso más tarde, etc.
Sopa de gulash
Habíamos pensado ir al Parque de los Héroes, pero, aunque mis amigos húngaros tenían pensado llevarnos, no nos dio tiempo, puesto que anduvimos muy lento. Una pena, al final nos lo hemos perdido.
Así que volvimos a casa y a dormir (al menos yo, el resto… es otra historia)

PD: he sufrido mucho en Budapest… hay vestidos MUY BONITOS y EXTREMADAMENTE BARATOS, pero… NO ME CABEN EN LA MOCHILA.  Pienso volver aquí aunque sea solo para ir de compras, jo-li-nes.

Lecciones del día:
1º  Si tienes amigos en otro país, llámales, a lo mejor pese a que vivan a más de 100km de donde tú vas harán un esfuerzo por verte (al menos si eres tan maja y preciosa como yo)
2º  La bebida no entra en el menú, el pan tampoco, y ambos los ponen sin que lo pidas y te lo cobran MUY CARO.
3º  Hungría no perteneció, pese a haber sido comunista, ni a la URSS ni a Yugoslavia. Nos quedamos loquísimos.
4º  Si vienes a Hungría con espacio en la maleta, cómprate muchos vestidos.
5º  Hay gran variedad de panes en el supermercado y MUY baratos.



6º  Si haces el cambio de moneda fuera de la estación te darán más valor que el equivalente de la moneda. 

Día 8: ¿¿QUÉ ESPERAS POR 6 €??


Hola otra vez, interraileros desesperados. Aquí  Victor de nuevo retrasmitiendo nuestra llegada al 4º país/ciudad de nuestro fantástico recorrido: Budapest

Llegamos a nuestro destino tras nuestro primer viaje en tren nocturno, un viaje bastante… caótico. Las chicas durmieron como pudieron, pero los chicos peor. Unas turcas ayudaron a las chicas a reclinar los asientos, pero yo me entere a las 4 de la mañana, a 2 horas de llegar. El resto del tiempo, estuve dando vueltas y durmiendo poco tiempo. Salieron a la luz algunos enfados entre el grupo masculino debido a la falta de sueño y agua, pero se resolvieron cuando llegamos.
La estación fue lo único que nos impresiono aquel día
 Saciamos nuestra sed con una fuente, mientras Budapest nos recibía con una enorme y fantástica estación. Nuestro primer objetivo fue ir a cambiar algunos dinares por florines (la moneda de Budapest) y cuál fue la sorpresa para Javi y para mí que los billetes (euros, kunas y dinares) de nuestras carteras habían… desaparecido. Si señores, habíamos sufrido nuestro primer robo de interrail en un tren nocturno. Parece que los ladrones no tienen ningún reparo en entrar en un vagón y rebuscar en busca de billetes. SÓLO BILLETES. La documentación estaba a salvo y nada más faltaba.

Con un cabreo por parte de dos de los miembros que juraron no volver a un tren nocturno, decidimos dejar lo de las monedas para otro momento y buscar un alojamiento, ya que en Budapest el euro está aceptado como moneda.
Fueron como unas 4-5 personas las que acribillaron a nuestra querida Bety con ofertas para alojamiento. No se podía evitar, nuestra pinta de guiri la teníamos marcada con hierro ardiente. Finalmente terminamos cogiendo una oferta especial: Un hombre cambio su oferta de 8 euros a 6 por un apartamento en el que estaríamos completamente solos. No podíamos rechazarlo o eso pensamos al principio.

Quedamos con el hombre en cuestión a cierta hora cerca del apartamento y mientras aprovechamos para reorganizar nuestro planning. Por culpa de ciertas diferencias que tuvimos a la hora de elegir los días que nos quedaríamos en este lugar, nuestras compañeras Bety y Dam estuvieron a punto de decidir irse solas en un tren nocturno por la falta de dinero, pero al final decidimos irnos pasado mañana al mediodía.

Recorriendo las calles de Budapest dirección al apartamento, nos dimos cuenta de que en aquel país la comida rápida y los supermercados abundaban considerablemente, algo que era de agradecer. Eso sí, el exceso de puestos de comida se compensaba con la falta de fuentes de agua potable y eso era una necesidad importante. Tras un pequeña caminata (digo pequeña porque comparada con nuestras marchas anteriores, eso no era nada) nuestro amigo nos entregó las llaves del apartamento o más bien… zulo, el más bonito del mundo, pero zulo al fin y al cabo. 4 pares de literas, una ducha, un váter, un microondas y una nevera eran los ingredientes perfectos para recrear nuestra vivienda “budapesiente”.

El apartamento/zulo/cueva
Decidimos descansar un poco y mientras, nos dispusimos a hablar seriamente. Varias discusiones se habían ido acumulando y multiplicando cada día por los mismos asuntos de siempre, sobre todo por el dinero, ya que nuestros presupuestos eran bastante diferentes. Finalmente llegamos a la conclusión de que no volveríamos a hacer compra y comidas comunales, que nos organizaríamos por grupillos con gustos y presupuestos parecidos.  El otro asunto a resolver era los momentos en que nos echábamos en cara los errores de cada uno. Decidimos dejar todo lo que pasó a un lado para siempre y decirnos siempre las cosas que nos llegaran a molestar en el momento, en vez de guardárselo y explotar cuando fuese.

Muy bien, ya teníamos alojamiento y habíamos resueltos nuestros problemas varios (son normales en la convivencia, no se pueden evitar). La siguiente misión era buscar comida y para ello necesitábamos la moneda de aquel país: El florín. Además de los puestos de comida rápida y los supermercados, había que añadir que las tiendas de cambio de moneda desbordaban, por lo que cogimos una cualquiera y nos dispusimos a hacer el “change”.

Por mi parte tuve que recurrir a 50€ de los 100 que guardaba en el fondo de la mochila. 10 euros los cambie a kunas y Mariano me dio algunos dinares para recuperar alguno de los recuerdos que “el ladron@ nocturn@” me quitó. Descubrimos que a diferencia de Zagreb y Belgrado, aquí las cosas se vendían al mismo precio que en España. Se nos había acabado el chollo de los países baratos.
De todas formas nos dimos un capricho en el Starbucks
A la hora de la compra, nos  dividimos en chicas (fresas, pescado, poca cantidad) y chicos (embutido, cosas de picar, mucha cantidad) aunque Eri y yo compartimos una bolsa de café soluble. Parecía que el asunto de separar las compras en grupillos funcionaba, aunque aprovechamos la hora de comer para terminar el embutido que compramos en Belgrado (era demasiado y ya estaba sudando)

Mirando tours y excursiones varias, Dámaris nos informó de que unos amigos húngaros suyos se habían ofrecido a enseñarnos la ciudad al día siguiente, por lo que tuvimos que ir a visitar el estadio de la ciudad y familiarizarnos con él, ya que en la entrada de dicho estadio era donde el autobús dejaría a estos chicos.
Totalmente agotad@s XP
Rodeamos el estadio, nos informamos de cómo salir del país y nos dimos otra caminata dirección a la típica calle comercial, aunque tampoco es que impresionara mucho. Habíamos acordado que esa tarde seria de relax y no de hacer turismo, pero estuvimos caminando por todos lados sin destino alguno, ya que, de momento, Budapest no nos estaba ofreciendo nada interesante.

De vuelta al zulo (“cueva” según Mariano) tuvimos algunos problemas con él. El más preocupante para todos fue el calefactor de la ducha. Algunos de nosotros servimos como experimentos para comprobar su funcionamiento (no sabíamos que el agua fría podía llegar a esas temperaturas tan bajas), pero que mas podíamos pedir, nos había valido 6€ y tampoco podíamos exigir.
Ciertamente fue un día bastante aburrido en Budapest. Andamos sin rumbo alguno y esta ciudad tan conocida no nos estaba ofreciendo nada nuevo. Tal vez fuese solo casualidad pero daba la impresión de que los países más valorados nos estaban decepcionando.

Finalmente me despido con unos 45€ menos en el bolsillo y con una decepción de Budapest. Seamos realistas, no todos los días iban a ser un camino de rosas.
Corto y cierro

LECCIONES DEL DÍA:
-Si cogéis un tren nocturno proteged exageradamente vuestras pertenencias o haced turnos para dormir (si es que a eso se le pudo llamar “dormir”)
-Cuando notéis que hay demasiadas discusiones al día entre vosotros… HABLAD. Es lo mejor para arreglar los problemas. Decirse las cosas a la cara tranquilamente es mejor que insultarse en medio de la calle
-Si tenéis la suerte de convivir en un grupo que tenga vuestros mismos gustos… FELICIDADES. Pero ese no es nuestro caso y comprar y pasear en grupillos no tiene por qué ser malo, siempre y cuando por la noche estéis todos vivitos y coleando en “casita”
-Si ha costado poco, no esperéis calidad.
-Las ampollas se pueden curar, pero te aseguro que volverán a salir. Lo mejor es seguir caminando para que se conviertan en callos (Javi: Y luego pagarte una sesión de pedicura cuando vuelvas a casa)
-Infórmate bien antes de ir a alguna parte de la ciudad. Caminar es bueno, pero caminar en vano no resulta agradable.
-Llevad dinero de sobra (en la tarjeta me refiero). Ir con lo justo puede dar lugar a problemas

Coste medio: 15 €