Pasamos una mala noche porque mi abuelo, quien está medio
sordo, se durmió con la tele encendida y el volumen hasta los topes. Nos fuimos
a dormir a las 21.45 de aquí, una hora más tarde en España.
A eso de las 22.21, cuando ya no soportábamos más el sonido
de la tele, fuimos a intentar llamar al abuelo. Había cerrado su habitación con
cerrojo, por lo que mi hermana tuvo que salir a la terraza, queriendo colarse
por la ventana en la habitación de mi abuelo, pero yo la dije que era mejor que
cogiese el mando de la tele del salón y lo apagara desde la ventana.
Misión cumplida. A la mañana siguiente se nos quejó de que
le habíamos desintonizado todos los canales en español…
No dormí nada bien, porque mi abuelo tiene la costumbre de
dormir sobre colchones más duros que el suelo, y lo peor de todo es que la
almohada no era menos dura, aparte de alta (y yo cuellicorta)
Me desvelé a eso de las 3.02 am y me volví a dormir la cerca
de las 4.00am. Adivinad quién había puesto la radio a esas horas.
El abuelo encendió la luz de golpe diciendo “buenos días,
¡¡arriba!!” mientras nos daba unos vasos
enormes de zumo de naranja (aquí las naranjas las hay hasta del tamaño de mi
cabeza, y fijaos que yo soy cabezota). Eran las 6.50, y de noche. Y mira que mi
abuelo dijo que nos despertaba tarde para lo
que él se solía levantar (seguro que se levanta normalmente a las 4.00am
para entrar a trabajar a las 5.00 am ó 4.30am)
Me he duchado y lavado el pelo con aceite de baño porque no
sé cuál era el champú (mi abuelo está calvo, pero según él hay champú en el
baño… no sé yo dónde)
Mientras Irene se cambiaba, he visto amanecer. Aquí el sol
sube tan rápido como cae.
Con el pelo mojado y un sueño terrible, hemos salido de casa
a las 7 y poco, a comprar una torta de algo parecido a maíz que llena
muchísimo, dos mordisquitos han sido suficiente como para sentir que iba a
estallar. Quizás puede ser también que
iba llena todavía de la cena del día anterior. Una pedazo de torta por 50cent,
todo hay que decirlo.
Luego fuimos, conduciendo temerariamente, al taller. Al lado
del taller hay una granja, nos han traído leche de vaca, nos la han hervido y
nos la hemos desayunado. Está realmente MUY fuerte, entre esa leche y el queso
de cabra no hay mucha diferencia… También nos han cebado con más torta
marroquí.
Luego nos hemos puesto a estudiar, al menos yo, Irene se ha
quedado con Sami (el hijo de Bouchera, de 3 mesecitos) haciéndole de reír y
eso.
Tras largas horas de estudio, salimos a comprar el segundo
plato. Hamburguesas muy poco hechas en un sitio que parecía un mercadillo
pobre. Aquí os dejo una fotico de las vacas reshoulonas degolladas mirando
hacia la Meca.
Comimos, estudiamos un poco más y salimos a ver la playa.
Vimos la playa, el chalet de Felipe González, el palacete de
vacaciones de la familia real (bueno, eso lo vimos de lejos porque no se podía
pasar, obviamente). La playa era la del mar atlántico, daba al suroeste (justo
la dirección contraria a la Península Ibérica). Era bastante bonita y hacía un
viento tremendo. El sol comenzaba a descender.
Seguimos con el coche la ruta de la playa, y una oveja
intentó arroyarnos con su cabeza hacia el coche, y como es oveja no tenía
cuernos, no sé de dónde saca ese complejo de cabra (aquí nadie respeta los
pasos de cebra, ni los coches, menos aún los propios peatones y las ovejas ya
ni te cuento)
[Y es aquí donde
Irene empieza a escribir desde su punto de vista el viaje ya que ahora toca lo
más cómico del día, algo mejor que las ovejas con complejo de cabra]
Mi abuelo nos llevó a
un restaurante que estaba cerca de un faro, allí pedimos lo que yo pensaba que
sería la cena. Una vez sentados tuvimos varios problemas para entender la
carta, ¿qué narices era “poule” o “fromage”? Conseguimos suponerlo gracias a
Dámaris y como tenía hambre de salado pedí crêpes au fromage (Crepes con queso)
por algo menos de 1,7€ y mi hermana y abuelo unos zumos de naranja con
zanahoria.
Cuando vino el
camarero tuvimos que señalarle cada cosa de la carta y mi abuelo empezó a
vacilar (él decía que hablaba árabe) por lo que el camarero tuvo que volver,
asustado, a preguntarle a mi hermana de
nuevo qué era lo que habíamos pedido.
Extrañas historias ¿metafóricas? Estuvo mi abuelo contando
durante la espera “¿Qué sentirías si estuvieras todo el día rodeado de agua?
Porque tu tía Cristi se fue de crucero el año pasado y blablabla” Y cosas raras
del estilo con una introducción de película de miedo para luego contarte una anécdota
que ya conocíamos pero habíamos olvidado.
Los zumos ya llegaban (POR FIN) y el camarero traía las 3
cosas pedidas en tan solo un viaje. Un terrible error, porque intentó
asesinarme tirándome la copa encima y menos mal que era un zumito de nada que
nos manchó a mi abuelo y a mí (A mí toda la pierna derecha) con grumitos y un
olor de zanahoria que me iba a hacer vomitar aunque supuse que el zumo debía
saber bien.
Sin saber qué hacer y con un montón de zumo, cristales rotos por el suelo y un camarero que
desconocía mi idioma me quedé mirando a mi abuelo hasta que me dijo que
fuéramos al lavabo y allí comenzó una divertida aventura de encontrar algo con
lo que limpiarme
Primero no había absolutamente nada con lo que limpiarse, y
pensé en echar agua pero eso empeoraría la cosa así que para mi suerte vi que
en la papelera había papel higiénico casi sin usar.
Estos son mis
instintos de supervivencia: si no sabes con qué limpiarte usa lo que encuentres
en la papelera, pero sucedió que al mover la papelera había un rollo de papel.
Gracias Señor mío. Cuando volví hacia la mesa vi como la chica y el camarero
habían terminado justito de limpiar el suelo y ya estaba el nuevo zumo y mis
crêpes listas en la mesa. Al ir hacia allí la chica me miró (y reconoció, vergüenza
extrema) sonrió y me dejó que pasara yo primero. Los modales en este país son
sorprendentes, y a la vez me hace sentir algo incómoda.
Comimos, todo muy rico y estaba llenísima por lo que mi
deseo principal era volver a casa y no fue así.
Fuimos a ver la mezquita (que yo ya conocía) y después a
casa de Bouchera donde allí cenamos.
Nos dieron zumo de aguacate que mi abuelo quería que
probáramos y como su sabor era tan… curioso que me lo bebí todo del tirón, pero
mi colmo fue que Bouchera me sirvió de nuevo mientras decía lo sorprendida que
estaba de lo rápido que he bebido para no tener hambre y en esta segunda vez ya
no pude y dejé el vaso a medias, también nos dieron más tortas, bizcocho de
dátiles y nueces, y ofrecieron té pero no podíamos más. Aún así, nos
atiborramos.
De camino a casa pasamos por un supermercado y compramos el
desayuno.
Una vez en casa tuvimos que ir a comprar champú al mismo
supermercado. La chica de la caja me reconoció por ser la chavala esa que había
pasado hacía minutos antes y yo la recordaba a ella como la chica de la mano
con henna. Mi abuelo me explicó que es lo que se pintan para las bodas y
después mi hermana me volvió a explicar la misma cosa.
Y en estos momentos estoy muy cansada, me duele todas las
extemidades y lo peor es que no tenemos televisión española. Esto último es
malo porque yo tengo la culpa de que no lo haya, cosa que es mentira.