jueves, 2 de mayo de 2013

Viaje a Ceuta- Día 4 (05/01/2013)

Tras una corta mañana de  trabajo, el abuelo volvió para llevarnos a Ceuta.

Viajamos entre las montañas, vimos a las gentes más pobres del lugar, emigrantes de países más al sur de Marruecos, de piel mucho más oscura, a los que marginaban de una manera racista. El abuelo les dio algo de comida y nos explicó que esa gente vivía en los bosques de la zona y no tenían nada.

Atravesamos las montañas, preciosas, verdes.  La mayoría de las fotos que dejo son de nuestro camino atravesando las montañas.

Comimos antes de entrar en Ceuta, porque una vez en España todo cuesta 3 ó 4 veces más.

La diferencia entre Ceuta y Tánger es impresionante, pese a que sólo los separe unos cuantos kilómetros.

Primero, está controladísimo el paso de la frontera; segundo, nadie te mira raro por la calle; y tercero, te puedes comunicar sin problemas, al fin y al cabo, estás en tu país.

Una vez dentro de Ceuta, estuvimos más relajadas, ya que la ciudad es pequeña y es imposible perderse, podíamos caminar por allí tranquilamente.

Tras recorrernos la ciudad entera, fuimos al supermercado y luego al piso.

Se nota que el piso de Ceuta pertenecía a una familia. No le hice fotos, pero era un cruce entre el estilo de cualquier piso español con los sillones enormes de las casas árabes.

Había 4 habitaciones, todas ellas con cama de matrimonio, más el salón, con un sofá enorme. Me gustó aquello. Los chicos del portal nos ayudaron a cargar con las maletas.
Fuimos a la cabalgata de reyes. La cabalgata era en plan motivo internacional, cada carroza representaba un continente... aunque la Antártida eran una especie de hadas de la nieve... y Europa eran tirolesas... pero vamos, estuvo guay.
Dos moras se pegaron, pero bien, tuvo que venir la policía y todo. La gente en vez de pararlas estaba cotilleando.

Ceuta me gustó mucho, volveré este verano, y haré más fotos, para que la podáis  ver bien. Me gusta mucho más que cualquier otra playa de España, salvo las del norte. De hecho se parece bastante al norte de España, salvo por el acento, que es del sur totalmente.

Sobre el acento... es el más cerrado, y nunca había visto tantas faltas de ortografía en carteles públicos.

 Os dejo con las fotos que pude hacer en la cabalgata, entre empujones y etc.





domingo, 28 de abril de 2013

Viaje a Tánger- Día 3 (04/01/2013)


Vuelve a escribir Dámaris.

El abuelo nos ha dejado solas en el piso. He tenido una mala noche, he soñado muchas cosas que parecían salidas de la fusión  de Alien y Silent Hill… Menos mal que el abuelo se levanta a eso de las 5 y hace ruido, así ha podido interrumpir mis pesadillas. 

Aunque nos ha dejado solas, ha tenido el detallazo de volver ha hacernos zumito de naranja (zumote, como medio litro cada una) y nos lo ha dejado tapadito para que no se oxide. Ahora son las 9.10am, 10.10am en España. Voy a ver si sigo estudiando fundamentos de química y biofísica.

[...]

Tras una larga mañana de estudio, por mi parte, y de no hacer nada, por parte de Irene; hemos salido a dar una vuelta, a ver la mezquita y la gente que rondaba por la calle a esas horas.

Luego hemos ido al piso de una compañera de trabajo del abuelo, hemos estado atiborrándonos de batido de aguacate, fresa y torta marroquí. Hasta que ha empezado a doler la tripa.

El día ha sido muy monótono, no nos atrevimos a salir solas, y la tele sólo funciona en alemán, que para mí no hay problema, pero para mi hermana es otra historia.

No hay fotos interesantes que agregar. Mañana iremos a Ceuta, y todo será más interesante... allí sí podemos salir tan tranquilas por la calle.

martes, 8 de enero de 2013

Viaje a Tánger- Día 2 (03/01/2013)


Pasamos una mala noche porque mi abuelo, quien está medio sordo, se durmió con la tele encendida y el volumen hasta los topes. Nos fuimos a dormir a las 21.45 de aquí, una hora más tarde en España.

A eso de las 22.21, cuando ya no soportábamos más el sonido de la tele, fuimos a intentar llamar al abuelo. Había cerrado su habitación con cerrojo, por lo que mi hermana tuvo que salir a la terraza, queriendo colarse por la ventana en la habitación de mi abuelo, pero yo la dije que era mejor que cogiese el mando de la tele del salón y lo apagara desde la ventana.

Misión cumplida. A la mañana siguiente se nos quejó de que le habíamos desintonizado todos los canales en español…

No dormí nada bien, porque mi abuelo tiene la costumbre de dormir sobre colchones más duros que el suelo, y lo peor de todo es que la almohada no era menos dura, aparte de alta (y yo cuellicorta)
Me desvelé a eso de las 3.02 am y me volví a dormir la cerca de las 4.00am. Adivinad quién había puesto la radio a esas horas.

El abuelo encendió la luz de golpe diciendo “buenos días, ¡¡arriba!!” mientras nos daba unos  vasos enormes de zumo de naranja (aquí las naranjas las hay hasta del tamaño de mi cabeza, y fijaos que yo soy cabezota). Eran las 6.50, y de noche. Y mira que mi abuelo dijo que nos despertaba tarde para lo  que él se solía levantar (seguro que se levanta normalmente a las 4.00am para entrar a trabajar a las 5.00 am ó 4.30am)
Me he duchado y lavado el pelo con aceite de baño porque no sé cuál era el champú (mi abuelo está calvo, pero según él hay champú en el baño… no sé yo dónde)

Mientras Irene se cambiaba, he visto amanecer. Aquí el sol sube tan rápido como cae.

Con el pelo mojado y un sueño terrible, hemos salido de casa a las 7 y poco, a comprar una torta de algo parecido a maíz que llena muchísimo, dos mordisquitos han sido suficiente como para sentir que iba a estallar. Quizás puede  ser también que iba llena todavía de la cena del día anterior. Una pedazo de torta por 50cent, todo hay que decirlo.

Luego fuimos, conduciendo temerariamente, al taller. Al lado del taller hay una granja, nos han traído leche de vaca, nos la han hervido y nos la hemos desayunado. Está realmente MUY fuerte, entre esa leche y el queso de cabra no hay mucha diferencia… También nos han cebado con más torta marroquí.
Luego nos hemos puesto a estudiar, al menos yo, Irene se ha quedado con Sami (el hijo de Bouchera, de 3 mesecitos) haciéndole de reír y eso.

Tras largas horas de estudio, salimos a comprar el segundo plato. Hamburguesas muy poco hechas en un sitio que parecía un mercadillo pobre. Aquí os dejo una fotico de las vacas reshoulonas degolladas mirando hacia la Meca.

Comimos, estudiamos un poco más y salimos a ver la playa.






Vimos la playa, el chalet de Felipe González, el palacete de vacaciones de la familia real (bueno, eso lo vimos de lejos porque no se podía pasar, obviamente). La playa era la del mar atlántico, daba al suroeste (justo la dirección contraria a la Península Ibérica). Era bastante bonita y hacía un viento tremendo. El sol comenzaba a descender.

Seguimos con el coche la ruta de la playa, y una oveja intentó arroyarnos con su cabeza hacia el coche, y como es oveja no tenía cuernos, no sé de dónde saca ese complejo de cabra (aquí nadie respeta los pasos de cebra, ni los coches, menos aún los propios peatones y las ovejas ya ni te cuento)
 [Y es aquí donde Irene empieza a escribir desde su punto de vista el viaje ya que ahora toca lo más cómico del día, algo mejor que las ovejas con complejo de cabra]
 Mi abuelo nos llevó a un restaurante que estaba cerca de un faro, allí pedimos lo que yo pensaba que sería la cena. Una vez sentados tuvimos varios problemas para entender la carta, ¿qué narices era “poule” o “fromage”? Conseguimos suponerlo gracias a Dámaris y como tenía hambre de salado pedí crêpes au fromage (Crepes con queso) por algo menos de 1,7€ y mi hermana y abuelo unos zumos de naranja con zanahoria.
 Cuando vino el camarero tuvimos que señalarle cada cosa de la carta y mi abuelo empezó a vacilar (él decía que hablaba árabe) por lo que el camarero tuvo que volver, asustado,  a preguntarle a mi hermana de nuevo qué era lo que habíamos pedido.
Extrañas historias ¿metafóricas? Estuvo mi abuelo contando durante la espera “¿Qué sentirías si estuvieras todo el día rodeado de agua? Porque tu tía Cristi se fue de crucero el año pasado y blablabla” Y cosas raras del estilo con una introducción de película de miedo para luego contarte una anécdota que ya conocíamos pero habíamos olvidado.
Los zumos ya llegaban (POR FIN) y el camarero traía las 3 cosas pedidas en tan solo un viaje. Un terrible error, porque intentó asesinarme tirándome la copa encima y menos mal que era un zumito de nada que nos manchó a mi abuelo y a mí (A mí toda la pierna derecha) con grumitos y un olor de zanahoria que me iba a hacer vomitar aunque supuse que el zumo debía saber bien.
Sin saber qué hacer y con un montón de zumo,  cristales rotos por el suelo y un camarero que desconocía mi idioma me quedé mirando a mi abuelo hasta que me dijo que fuéramos al lavabo y allí comenzó una divertida aventura de encontrar algo con lo que limpiarme

Primero no había absolutamente nada con lo que limpiarse, y pensé en echar agua pero eso empeoraría la cosa así que para mi suerte vi que en la papelera había papel higiénico casi sin usar.
 Estos son mis instintos de supervivencia: si no sabes con qué limpiarte usa lo que encuentres en la papelera, pero sucedió que al mover la papelera había un rollo de papel. Gracias Señor mío. Cuando volví hacia la mesa vi como la chica y el camarero habían terminado justito de limpiar el suelo y ya estaba el nuevo zumo y mis crêpes listas en la mesa. Al ir hacia allí la chica me miró (y reconoció, vergüenza extrema) sonrió y me dejó que pasara yo primero. Los modales en este país son sorprendentes, y a la vez me hace sentir algo incómoda.

Comimos, todo muy rico y estaba llenísima por lo que mi deseo principal era volver a casa y no fue así.
Fuimos a ver la mezquita (que yo ya conocía) y después a casa de Bouchera donde allí cenamos.
Nos dieron zumo de aguacate que mi abuelo quería que probáramos y como su sabor era tan… curioso que me lo bebí todo del tirón, pero mi colmo fue que Bouchera me sirvió de nuevo mientras decía lo sorprendida que estaba de lo rápido que he bebido para no tener hambre y en esta segunda vez ya no pude y dejé el vaso a medias, también nos dieron más tortas, bizcocho de dátiles y nueces, y ofrecieron té pero no podíamos más. Aún así, nos atiborramos.

De camino a casa pasamos por un supermercado y compramos el desayuno.

Una vez en casa tuvimos que ir a comprar champú al mismo supermercado. La chica de la caja me reconoció por ser la chavala esa que había pasado hacía minutos antes y yo la recordaba a ella como la chica de la mano con henna. Mi abuelo me explicó que es lo que se pintan para las bodas y después mi hermana me volvió a explicar la misma cosa.

Y en estos momentos estoy muy cansada, me duele todas las extemidades y lo peor es que no tenemos televisión española. Esto último es malo porque yo tengo la culpa de que no lo haya, cosa que es mentira.

Sayonara amigos.

lunes, 7 de enero de 2013

Viaje a Tánger- Día 1 (02/01/2013)


Es la primera vez que  vuelo por la tarde. Nunca había volado sin tener que levantarme prontísimo para madrugar. Se me ha hecho rarísimo poder levantarme tarde y coger un avión.

Mi hermana Irene y yo hemos salido, junto con mi abuelo,  siguiéndole a eso de las 13.30 para entrar a las 13.55 en el avión como muy tarde. Mi abuelo, que es más listo que el hambre, se las ha ingeniado para saltarse todas las colas por todo el morro, y al final hemos llegado con tiempo de sobra (bueno, hemos pasado el control de aduana a las 13.54, pero el vuelo se ha retrasado, además en vez de hacer la cola nos hemos colado por la parte que ponía “priority”. Like a boss.

Es la primera vez en mi vida que veo aeromozos machos y azafatas feas, que encima no sabían explicar la parte de seguridad antes del vuelo (SE PUSO EL FLOTADOR SALVAVIDAS DEL REVÉS). Uno de los azafatos era muy gracioso, se ponía a hablarnos de la comida y babeaba él sólo de pensar en ella, y la describía de tal manera que hacía babear al resto de los pasajeros. Sus comentarios eran tipo “nuestros sángüichies, mmm, con su quesitooo… derretido, chapata crujiente… mmm” o “esa cervecita recién salida del frigo, sudando de por sí sola de lo fría que está”(no es muy eficaz en pleno invierno) y haciendo promoción de unas tarjetas de rasca y gana de Ryanair  (para niños con discapacidades neurológicas) “Ahora viene la gran pregunta: ¿Quién no quiere ganar un millón de euros?[…] Vale, la señora del fondo, esos dos caballeros…¿Alguien más? ¿no? ¡¡Pues supongo que los 150 pasajeros restantes sí compraréis!!” 
Y, obviamente, compré. Gané una tarjetita extra, la cual no me dio nada, pero me quedé a muy poco de conseguir el premio, rayos y retruécanos.

El avión era un mercadillo ambulante. Ya habéis leído las dotes de vendedor del azafato. Pues todo el viaje así, con la comida, con los cosméticos, la perfumería, etc. Lo único
Lo que estuvimos en el aire serían como 20 min, los otros 40 min fueron despegue y aterrizaje (empezamos a aterrizar antes de haber cruzado España entera, ni habíamos llegado a Cádiz. Yo ya nos veía en el mar, con nuestros chalecos salvavidas del revés)

Bouchera, la compañera e intérprete de mi abuelo, se retrasó un poco, por lo que nada más salir del avión (por  cierto, un aeropuerto chiquitísimo, comparado con el de Barajas, aunque muy bien decorado, parecía una mezquita) así que fuimos andando con los mochilotes y los maletones por la carretera, sin acera, mientras que la gente nos miraba raro.

Luego nos recogieron, y mi abuelo nos llevó a ver un montón de naves en construcción. Vimos una fábrica de bolsas (¡apasionante! –Denótese sarcasmo-  ¡no hay nada más interesante por  aquí!) y una fábrica de pantalones (y no, esto no es como la fábrica Danone, no nos han regalado ningún pantalón por ir. Es más, casi nos echaban con la mirada de suricatos rabiosos que nos pusieron, por lo que decidí no sacar ni fotos) Después vimos una nave que ya no se usaba tanto, pero que en su momento se daban clases de máster internacional o algo así, no sé, parecía todo muy europeo. Un señor nos seguía vigilando, por lo que tampoco me atreví a sacar la cámara.

La última nave que vimos era la que más me ha gustado (esta vez sin sarcasmo). Estaba en obras, así terminada, y tenía un radio de 600m. Flipante.

Tras esto, nos hemos quedado un ratito en la oficina de nuestro abuelo, esperando a que encontrase las llaves del coche.

Le he sacado una foto a un charco  de la calle, me ha quedado preciosa. Si es que yo veo el arte hasta donde no existe.

Al fin encontró las llaves y nos fuimos a cenar. Irene, mi hermana, comió un montón de cosas que no le gustan (a.k.a. PAELLA) e hizo  sentirse a mi abuelo orgulloso de ella, pues pudo decir que come de todo. Yo no tenía hambre, pero me atiborré de gambas. El abuelo nos llevó a un local donde te muestran los peces frescos, ahí, en un escaparate y tú dices “quiero esto y así o asá” y te lo cogen con la mano, así en un momento, y te lo preparan. Suena antihigiénico, pero bueno, es lo que hay, supongo que tendría las manos lavadas el señor. Salimos bien llenas del restaurante, todo hay que decirlo.

Tras comer peces y gambas y atiborrarnos del té de aquí (no sé qué tiene el té –aparte de mucha azúcar- que está buenísimo) nos fuimos al piso.

El piso es precioso. Os dejo una foto del salón. Es eso mismo que aparece pero hace una circunferencia casi entera. Es tan grande que no me cabía todo en una foto, así que le saqué una panorámica, pero todavía no lo he unido.


Al final de la noche (19.30 de la tarde) decidimos bajar a dar una vuelta por la ciudad. Me ha llamado la atención lo complicado que es encontrar a chicas en los restaurantes, ya que todos están llenos de hombres bebiendo té (es como en España, pero el número de hombres se multiplica por tres y no hay alcohol). Choca mucho ver que por un lado están las mujeres con  burhka (minoría) y por otro las chicas jovencitas que visten como frutas, con la ropa ajustada hasta los topes y ultramaquilladas (bueno, todas van muy, muy, muy maquilladas en general, al menos los ojos) La mayoría de las mujeres (las pocas que hay en la calle) van con el pañuelo y la chilaba. También hay hombre con gorritos y una especie de chilaba, pero yo juraría que eso era un símbolo judío.

La gente aquí es muy requetepelota (al menos con los hombres). Todos te miman para que les compres. Mi abuelo ha entrado a mostrarnos el hotel donde se alojaba antes de tener el piso y solo ha faltado que el señor del hotel nos besara los pies mientras nos mimaba en franco-español.

Según me ha explicado mi abuelo, aquí la gente suele cobrar unos 200€/mes (2000 dihas o dijas o como se escriba, que es la moneda de por aquí), lo cual me ha chocado bastante porque no parece una ciudad pobre, y a su vez, los precios de las cosas (salvo en alimentación, peluqueros, sastres... todo lo que es trabajo a mano, por así decirlo) no son ni por asomo más baratos que en España.

Ahora estamos en el piso peleándonos con la tele. No nos deja ver ningún programa que no esté en alemán. No lo comprendo, con lo lejos que pilla Alemania de aquí… ¿por qué no consigue sintonizar los canales españoles?

Fin de la trasmisión.